lunes, 26 de noviembre de 2012

Para los cobardes.

Alguien una vez me dijo que ser valientes era un juego para pocos.
Ponerse la armadura y chocarse con el mundo, o tomar una actitud frontal, no es para cualquiera. ¿No es para cualquiera?
Si tanto cuestionamos a los libros, a los historiadores... porque no creer que el guerrero era alguien sin preparación, que simplemente de un segundo a otro decidió cambiar el rumbo de su vida?
No se nace con la aptitud de ser valiente o no, se busca, se persigue y se obtiene.
Y después de tanto pensar, nos damos cuenta que estamos frente al enemigo número uno, el pensamiento.
El valiente no piensa, se arriesga, por un instinto deja que todo lo demás pase a otro plano y se las juega. Clarísimo es el error de los que nos quedamos sentados como boludos, mirando como el de al lado choca las copas sin miedo a romperlas, y nosotros sacando los cálculos de que podría o no pasar, cuantas podríamos romper y a quién podríamos o no lastimar. A fin de cuentas, no lo hacemos, ocupamos el tiempo analizando en vez de probar.
Que fácil sería si por un instante no tuviéramos forma de conocer las opciones, o creernos capaces de reconocerlas. Que insistencia con el mañana, con el "que será", "qué pasará".
Para asustarnos somos muchos, tener ganas la mayoría, y para valientes estamos todos. Solo hace falta dejar de buscar la armadura y saber que no hay mejor arma que el aquí y el ahora.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Sin perder el tiempo.

Estamos sentados en una vereda, en la misma de siempre. Vemos el reloj y son las 19:00. No nos dimos cuenta y pasamos un minuto simplemente viendo ese elemento que "materializa" nuestro tiempo, 19:01.
Miramos hacia arriba para ver donde está el sol. Y creemos que algún día vamos a poder saber la hora al contemplar el cielo, confiamos en que vamos a poder y por eso nos concentramos en analizar exactamente y con todo el detalle. Nos encandilamos.
Seguimos sentados sin hacer mas que observar diferentes cosas. Y algunos opinan diciendo que es poco, otros que nos es nada, y nosotros que estamos exhaustos. Pero nos gusta. ¿Nos gusta?
Y en ese momento hacemos una lista de planteos tan necesarios como raros para saber si estamos haciéndolo bien, se algo se nos está pasando por alto, estamos cómodos o somos felices. Necesitamos asegurarnos de que aunque no sepamos si es lo correcto, estamos viendo para el mejor lado, entendiendo todo como se debe.
Y nunca vamos a aceptar que eso es relativo. Que no va a haber un esta bien o esta mal hasta que nosotros no elijamos los parámetros.
Seguimos sentados y vemos como esa locura del tiempo se nos va de a poco. Y aparece otra pregunta: ¿Se nos va?
Ya nos paramos en la esquina de lo filosófico y sentimos que hacernos estas preguntas es de locos. Pero como dijimos alguna vez, estar loco esta bueno, así que en parte no preocupa, por ende, seguimos en al nuestra buscando al sol. Pero lo tapa el edificio de frente y nos desorientamos, de tal forma que comenzamos a mirar para el otro lado y nos mareamos.
Ya no sabemos con que comenzamos, con que seguimos y nos olvidamos como nos gustaría terminar.  
Nos paramos. 19:02.
Vemos que el tiempo puede estar vacío o  puede estar completamente lleno, pero nunca se nos va, somos conscientes de que puede pasar lento o rápido, o simplemente pasar.