martes, 30 de julio de 2013

Guarda con el charco.

Fuimos, somos y seremos, seres propicios a cometer errores. 
Qué bronca y al mismo tiempo que fantástico que el errar esté en la naturaleza humana. Qué la adrenalina de estar por meter la pata nos vuelva tan inmunes, tan idiotas, tan poco racionales. 
Qué paradójico no? Dos opuestos en nuestra naturaleza: equivocarse y ser racionales. 
Acaso no dicen los que saben que si pensamos antes de actuar no cometemos errores. JA sabía que se equivocaban.

Pero claro, socialmente tendemos a tratar de estar atentos en no dar un paso en falso, pero no porque no queramos parecer irracionales, sino porque la pensamos demasiado. Especulando y haciendo hipótesis de todas las cosas que pueden llegar a pasar si: cruzamos la calle, miramos el cielo, mandamos un mensaje, lloramos, reimos, decimos la verdad, mentimos, queremos, odiamos, soñamos, vivimos. Basta para mi, basta para todos. 

No voy a negar que soy de esas personas que tiene miedo a equivocarse, de pisar el palito, de meter la pata. Pero no por hacerme alguna que otra marquita más en el codo, u otro moretón en la pierna, sino porque siempre que nos la mandamos, alguien liga de rebote. 
Siempre que nos equivocamos estamos lastimando a alguien más. Ya mucho tenemos con ser culpables de nuestras marcas como para causar alguna lágrima en alguien, importante o no, pero inocente. 

Y es por eso que trato de mirar bien donde voy a pisar, porque los charcos suelen salpicar más de lo que creemos.   

martes, 23 de julio de 2013

Hace falta mucha garra

"No por miedo a perder vas a dejar de intentar. "
"El no ya lo tenés."
"No perdés nada intentando. "

Y así hay muchas frases recurseras que tenemos en la cabeza porque por fuerzas divinas, todo el mundo, inclusive yo, repite cuando aconsejamos, escuchamos, ponemos la oreja, la mano, el hombro, y dedicamos el día a salvar el de otro.  
Pero ese es el problema, una frase no es útil solo por poder aplicarla a en algún consejito, sino porque la aplicamos a nosotros mismos. El secreto: esto debe ser sin que nadie nos la diga en ese momento. Sentarnos, hacer introspectiva y entenderla por cuenta propia. Si, llego a nuestra cabeza gracias a que la repetimos reiteradas veces y más de una vez nos la dijeron a nosotros. Pero hasta no llegar un poquito más adentro, más allá de nuestras neuronitas, no surge efecto. 
La tendremos que sentir, llorar, sufrir y repetir. Diga dos Padre Nuestros, cinco Ave María, tres veces el Himno nacional, ocho el de la Alegría y por último tóquese la punta de la nariz con la lengua. Ahí podrá entender de una vez por todas, que al fin y al cabo, no importa cuantas veces nos digan las cosas, podemos no comprenderlas ni convertirlas en nuestras. Vale la pena el esfuerzo, y no por eso voy a dejar de dar consejos. Pero no querramos convencernos de que por decirlo lo entendemos. 

Hace falta mucha garra para que un pensamiento, se vuelva creencia y para que eso se haga práctica. 

Puedo decir que hasta ahora hay una que me la podría hasta tatuar:
"El no ya lo tenés".

Ahora solo me falta aprender a decir no. 

lunes, 22 de julio de 2013

Nunca enfoqué mejor

Te tengo en frente y es raro.
Es raro que por primera vez te esté mirando.

___________________________________________________

¿Quién no tuvo la manía de hacer las cosas pensando en el futuro? En lo que mañana vendrá. Sin darse cuenta que primero que nada, el tiro puede salir por la culata e ir para cualquier lado, hasta para el menos esperado.
En definitiva vivimos atados a lo que podrá ser y no a lo que es hoy y ahora.

Decidí ver lo que tengo a mi alcance, que en definitiva es con lo que puedo obrar, por lo que puedo luchar para mantener, para hacer mejor. Pero sin pensar en cuanto tiempo, ni para cuando. Sin buscarle un plazo cuando no es necesario, ni una fecha de vencimiento. Sino pensando en que  hoy me hace ser mas fuerte, feliz, me hace ser yo.

Sin querer deje de ver para atrás, sin darme cuenta deje de hacer puntitas de pie para conocer lo que vendrá y espiar el horizonte, para ver lo hay en mi presente, lo que tengo al abrir los ojos.
Y créanme señores, nunca vi más claro, más nítido. Nunca enfoqué mejor.

martes, 16 de julio de 2013

Conocerse

Ella cierra los ojos y siente como de alguna forma, las cosas comienzan a cambiar de color. Pero uno distinto, que le atrae y al mismo tiempo la asusta. Como ese miedo a lo extraño, a lo que no nos resulta familiar.
Los abre y se desconoce. 
Tiene un espejo en frente, decide mirarse, comienza a analizarse. 
Un raspón ahí, un gesto acá, un lunar en la mano izquierda, un brillo particular en su mirada, la piel con más energía. Volvió a desconocerse. 

Encontraba consuelo al cerrar los ojos, porque volvía a encontrarse con la persona que creía ser, la que siempre fue. Suspiraba y cantaba gritando en silencio, tratando de concentrarse en otra cosa que no fuera aquella imagen tan rara de ella misma. Y se sintió mejor, a tal punto que decidió darle un nueva oportunidad a la "ella" que era ahora. 

Volvió a observarse, pero esta vez de otra manera, con los ojos del alma. 
Se encantó de esos brillos, de esa calidez, de esa sonrisa. Y se sintió en casa, aunque no se reconoció por completo... y pensó que los cambios podrían valer la pena. 
Mejor dicho, lo afirmó. Y decidió levantar la cabeza que por tanto tiempo había llevado gacha. 
Y ahí la dejó, donde todo el mundo pudiera mirarla, donde todos pudieran conocerla.

Hoy es lo que por mucho tiempo espera ser. 

viernes, 12 de julio de 2013

Espejito, espejito.

Hay vidas que se basan en cuentos. 
Error. Los cuentos se basan en la vida. 

Había una vez... porque si voy a escribir un cuento es obvio que hay que empezar con esa frase. 
Había una vez un alguien, si, un alguien. Que tenía miedo de mirarse al espejo. Al espejo? Si, al espejo.
Espejito, espejito... dime lo que quiero saber, muéstrame lo que quiero ver" 
Este alguien le tenía miedo a esa respuesta, a si mismo. Y aunque el espejo siempre le mostraba lo que él esperaba ver, nunca estuvo conforme... 
 Pero de repente, llego otro alguien (esto con tantos alguienes confunde un poco, anyway...) que le dijo algo muy sabio: 
"Los espejos no muestran la verdad, muestran lo que nosotros queremos ver... y muchas veces, queremos mal, nos equivocamos al confiar en algo tan material, ilusos, sentimos que como lo podemos ver y tocar, es confiable y es lo correcto, lo que nos hará bien. Querido, el espejo miente, la mayoría de las veces"

Y entonces, los alguienes se miraron, cerraron los ojos y se miraron mejor, pero esta vez, sin abrirlos. 


lunes, 8 de julio de 2013

In

Seguridad
Cómo una palabra puede volverse tu peor enemigo, puede ser tan fuerte como para debilitarte.
Cómo te quita tanto...

Que difícil es saber que las cosas no son tan simples y que podés estar cometiendo un error.
Estar ahí a punto de pisar el palito, y sin darte cuenta, lo haces, con todas tus fuerzas, estás errando, y a decir verdad ni intentaste evitarlo.

No sabes cuales son las razones, pero algo adentro tuyo dice que si pasa, es tu culpa. Y levantas la cabeza, y le haces tu peor gesto al destino y le gritas: No macho, esto no me lo merezco.
Pero lo gritas en silencio... Y solamente vos lo escuchaste, y no terminas de convencerte. No terminas de estar seguro... Por que esa palabra no te caracteriza como antes. No existe. Y te diste cuenta tarde, que la seguridad es subjetiva. Donde pensaste que estabas bien, amarrado para no caer, olvidaste ver que los cables posiblemente estaban viejos, sucios y sueltos. Era cuestión de una simple lluvia para terminar de cortarlos. Y vos, ahí seguro. Te creías seguro. Que nada podía desatarte. Iluso.
Vinieron y te dijeron muchas veces que no todo es lo que parece. Pero creíste en tu instinto, en tu corazón.

Y de repente eso que no pensabas, pasa. Se suelta un cable, uno menos, el más grueso, el que todo lo sostiene, el que te daba seguridad aunque no lo vieras.
Y aunque todavía seguís atado a varios, son muy finos. Los ves, pero te dan miedo. Miedo a que pase una brisa de otoño, o que el sol este muy caliente, o la lluvia sea ácida. O hasta que un inocente pájaro se pose sobre el.

Que difícil saber que las cosas no son tan simples.
Y que de un segundo a otro te sentís cincuenta centímetros mas pequeño. Como un niño de 5 años, que no se anima a subirse a la bicicleta, hasta que le pongan las rueditas.

"Mami, poneme las rueditas, que se que así no me caigo"
Dame algo para apoyarme para pensar que estoy en buenas manos.