domingo, 20 de septiembre de 2015

Sentir

Ella siempre sintió.
Sintió el sonido de las hojas en el otoño, las gotitas de la canilla cuando quedaba mal cerrada. 
Sintió el aroma al pan calentito de la panadería de la esquina, y el bife del vecino cada Domingo. 
Sintió la suavidad de las sábanas con los dedos de los pies, y sus rulos enredados con el peine cada mañana. 
Sintió, creyendo que no sentía nada, sintió como las historias de lo cotidiano se volvían poesía y como lo sencillo de un tono de mensaje se convertía en alegría. 
Siempre, encontrando el sentido a todo lo que sentía. Olvidó que había sentidos desconocidos. Ilusa., siguió sintiendo desenfocada. Afortunada, siguió sintiendo con más intensidad. 
¿Será que al no saber, no limitamos? ¿Será que al no dudar sentimos mejor?
Será y es. 
Ella siempre sintió equivocada. Sintió lo que con los ojos no veía, con los oídos no escuchaba y con la piel no experimentaba. 
Sintió el olvido, el silencio y el encuentro. Sintió la felicidad sin saber que estaba sintiendo. 
Sintió, sin miedos, sin dudas, ni prototipos. Sintió porque no prestó atención a lo que sentía. Porque no buscó el error, porque no conocía. 
Sintió gracias a no saber que ese sentir existía.