domingo, 30 de septiembre de 2012

Un pequeño aliento.

Una de las tantas veces que caí, decidí quedarme por un instante abajo, y ver todo lo que me superaba.
Ver las personas, las razones y las emociones que habían sido cómplices de mi tropiezo, vi muchas manos tratando de ayudar y sonrisas que con el esfuerzo de siempre me transmitieron paz.
Decidí quedarme un segundo más para poder comprender cual era la necesidad de salir corriendo de allí, para tratar de entender porque todos lo hacían con la cabeza gacha y la mirada apagada. 
Me sorprendió como al ver las cosas desde aquella perspectiva no sentí vergüenza del error, no me molesté en tapar las cicatrices ni las marcas. 
Recordé todo lo que reiteradas veces escuché, dije y leí. "Es hora de tomar el envión y saltar para poder pararme de nuevo" me dije a mi misma, pero no lo hice, me quede abajo por un instante más. Toque el suelo  con las manos, nunca había llegado a apreciar con todos mis sentidos aquello que tantas veces me sostuvo. 
Y ví ojos de muchos y escuche las voces de varios, y en vez de agarrar sus manos, me impulse de lo que estaba más abajo, de aquello que me había hecho caer. Tomé mis miedos, los corrí del camino. Busqué mi mejor sonrisa y por cuenta propia mi cuerpo junto fuerzas. En menos de lo que pensé, estaba arriba, junto a todas las voces y las manos que había sentido como gigantes. 
Me repetí "como cambia todo al verlo desde otra perspectiva". 
Tan fuerte es el poder de una opinión, de otra decisión, de otro punto de vista que pude ver la otra cara de mi propio error. 
Si lo importante del caer, es que uno se puede levantar, hay que llevarlo con orgullo, con gracia y fuerza. Que quede claro que sin importar la razón, después de cualquier tropiezo, solo te vas a levantar. 

No hay comentarios: