lunes, 15 de junio de 2015

Largada

Llegar al momento en el que decís, okey voy a salir el mundo con las zapatillas de running puestas y voy a superar cada obstáculo que se me interponga, suena tan trillado pero es así, tenemos veinte o treinta, o cincuenta momentos de largada a lo largo de nuestra sinuosa, divertida e intrépida vida. Porque si de algo estoy segura es que ninguna vida es aburrida. Ninguna. 
Y me duele el estomago de solo pensar, que una de esas largadas acaba de sonar y yo todavía atándome los cordones, y re atándolos. Por las dudas viste, soy medio experta en tropezarme cuando vengo medio atolondrada. 
Mientras sigue corriendo el tiempo, yo escucho el tic tac, ya el dolor paso a la cabeza. Que difícil que es cuando te das cuenta que la relatividad esta en cada uno de los aspectos de tu vida, y no entendés un carajo. Porque lo que en algún momento estuvo bien, por mas que hoy lo vuelvas a hacer es probable que ya haya pasado su fecha de vencimiento, pasado de moda o simplemente esfumado con el viento. 
Por algo que la frase "Vivamos el presente", por mas que sea sumamente tonta, es cien por ciento abrumadora. Porque es real. 
Si fuéramos capaces de darnos cuenta de que para salir a correr a veces no hacen falta los 30 minutos de calentamiento, o las mejores zapatillas. Si entendiéramos que para salir a dar nuestra mejor carrera, lo único indispensable es nuestra energía y nuestro cuerpo. 
Si nos olvidáramos por un instante de la teoría de que la vida esta compuesta por segundos, minutos y horas, y nos basáramos en momentos y oportunidades. Si, por un solo amanecer pudiéramos encontrar lo mejor de nosotros sin tener que preguntar una opinión. Si tan solo fuéramos mas intrépidos, hoy, ya hubiéramos conquistado miles de mundos. 

miércoles, 3 de junio de 2015

Esa es mi pared

Sentada en mi silencio, me mirás con desencuentro, sorprendido de encontrarte frente a una tranquilidad que no sabias, yo era dueña. 
Pestañeo, vení sentate y dejame encender los ojos de nuevo, después de eso podés seguir mirandome de reojo. Pero escuchá conmigo lo que estoy mirando. Si, la mancha esa de la pared. ¿Qué habrá sido? Pudo ser el mosquito que se despidió del verano en mi cuerpo, o el espejo que se muda según lo que tenga que reflejar, tal vez alguna búsqueda inentendible de mi mascota, o porque no, las huellas de algún encendido recuerdo. 
Respirás profundo y me hacés mirarte. ¿Puedo apoyar mi cabeza en tu hombro? No, mejor no. Me estas robando el ambiente. Te miro de nuevo, mirás el techo. Creo que entendiste. 
¿Y ahora que mira? No hay nada en el techo, ni manchas. Una lampara, apagada. No hay nada que genere menos inspiración que eso. Que genial sería poder prenderla con el poder de mi mente. Ver su cara en ese momento en que se prende de repente, y se asusta, y yo me tiento por dentro, y sonrío disimuladamente, sabiendo que en el fondo fuiste victima de algo, sin saberlo. 
Basta, me volviste a robar el espacio, este es mi pensamiento vacío. mi pared manchada, mi techo aburrido. Es mi silencio, mi búsqueda de conclusiones inconclusas, mi momento para confundirme o revelar los amaneceres que se me plazcan, mi escondite. 
Todavía no se porque te deje pasar, es más, ni porque te invité, aunque, ahora que recuerdo, no hubo cartas de bienvenida, ni posibles invitaciones indirectas. La despistada, que por mirarte dejó la puerta abierta, fui yo.