martes, 15 de febrero de 2011

Dartañan

Siempre la misma novela, la morocha se sienta en el cafe, enamorada, risueña y alegre, esperando que alguien le arrebate las ilusiones y que otra persona se las consuele...
Del otro lado de la plaza, el caballero de la armadura oxidada, mirandola, esperando que ese corazon se rompa para secar las lagrimas de aquellos zafiros azules. 
Se ven a los niños correr por el pasto, espantando a mis compañeras, siendo felices asustandonos, y viendonos volar, si se vieran.. No volamos porque nos asustan, sino porque la sonrisa de sus rostros al elevarnos en el aire es inigualable.
Llega el Dartañan y luego de una charla la morocha rompe en llanto, el se va, ella se levanta, camina hacia la plaza y se tira sobre un banco. 
Se acerca el caballero, le sonrie, le toma la mano. Charlan, caminan y rien, era el final esperado. 

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