Serían ya dos años que las cosas comenzaron a cambiar, que las noches se enfriaron, las manos se le helaron y en su corazón el dolor no cesaba más. Eran ya casi tres años que sus alas se secaron, la sonrisa de su rostro se borró y con el viento sus suspiros volaron lejos.
Ella no tenía esperanzas de volver a ser la que era, pero como las flores en invierno duermen y despiertan en primavera, su mirada brillo una vez más.
Volvió a soñar y gracias al amor, pudo despertar-
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