sábado, 16 de mayo de 2015

De viaje

Armó la valija, ya está lista esperándola en la puerta.
Comenzó por poner todas las cosas que alguna vez hicieron que su mirada se llene de brillo, siguió por las que causaron que ponga cara de estúpida y las que le hicieron cosquillas desde los pies hasta el último mechón. Encontró un mapa, bastante confuso, pero con mucho verde. Eso quería ella, verde del que caminas descalza y se te impregna en las plantas de los pies, del que cuando te acostás te llena el cabello de marañas y espinitas. Sentarse con el sol dejando que encandile su alma y soplar cada uno de los dientes de león que encuentre. 
Cerró el mapa y lo tatuó en su destino. 
Tocaron la puerta del placard para interrumpirla, las millones de historias que pensó que alguna vez iba a olvidar estaban frente a ella, mirándola con el indudable descaro de querer entrar en el bolsillo izquierdo de su valija. Pensó que las espantaría al abrir la ventana, pero al hacerlo se encontró con todas las ideas que nunca había dejado que la sigan, todas estaban firmes detrás de la cortina.
Por primera vez las dejó ser ellas, jugar entre sus rulos, permitió que la acaricien y le quiten los miedos. El viento comenzó a soplar tan fuerte que se escuchaba que la melodía estaba cargada de historias, su vestido se levantó dejando al descubierto algo que ella había olvidado que poseía. Alas. 
Las miró, las toco, las sintió y decidió que la valija no era lo mejor. 
Simplemente agarró una mochila y un papel garabateado. Lo leyó, lo guardo en su escote y se fue de viaje con lo mejor que pudo haber encontrado.
Ella misma. 

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